Thursday, August 26, 2004

Ojos celestes enormes

Hijo entra a casa de Padre. Hijo no ve a Padre hace once años. Tiene 26. Hijo. Padre tiene muchos años. Pero seguro aparenta más de los que tiene.
Padre hace pasar a Hijo a su desordenada casa. Tuvo otras mujeres después de Madre. Una de ellas lo dejó en la ruina. Una noche se fue misteriosamente y con ella se fueron todos los ahorros que Padre tenía debajo del colchón. Esa mañana, cuando Padre se levantó, hacía unos días que no se afeitaba y en calzoncillos fue hasta la cocina, se hizo un mate y se quedó pensando en nada durante un rato largo. Luego decidió que se iría al campo. Pero no tenía plata para irse para afuera. No tenía plata directamente.
Hijo se sentó en la mesa con mantel de hule a cuadros. El mantel estaba pegado con chinches por debajo de la mesa de madera. Y se notaba que lo había cortado para que calce. Notó que Padre había adquirido un hábito desagradable. Padre se mordía los dedos todo el tiempo, sacándose la piel que le iba quedando. Y cuando alejaba la boca del dedo colgaba un hilo de baba, y lo miraba absorto con unos ojos celestes enormes. Padre tenía un gorro de visera verde, una barba de algunos días castaña clara con partes canosas y una piel curtida y arrugada. Tenía unos jeans y unos zapatos marrones en pésimo estado y una camisa blanca desprendida. Tenía una panza que le caía por sobre el cinturón.
Hijo: Qué has estado haciendo estos años?
Padre: Cómo está tu madre?
Hijo se dio cuenta que Padre trataba de hablarle desde un tono humilde. De lastimado por la vida. Se acordó ahí de algunas escenas medias violentas cuando el era chico. De su padre que le gritaba y cosas así. Prefirió quedar callado. Padre empezó a arrancarse con los dientes un pedacito de piel del pulgar que ya estaba rojizo. Hijo miró hacia otro lado. Hacia un reloj que había arriba de la heladera. No soportaba ver a su padre mordiéndose los dedos. Entonces decidió decir algo para que Padre comenzara a hablar y dejara ese acto desagradable.
Hijo: Está bien. Hoy cuando me levanté había ido a la feria. Y cuando me fui no había llegado. No la vi en todo el día.
Hijo le hablaba de Madre como si Padre la viera todos los días. Se dio cuenta que no estaba preparado para ver a su padre. Que no tenía nada que decirle. Que no le inspiraba lástima ni odio ni nada. Pidió para ir al baño sólo para hacer tiempo y luego irse. Entró al baño, miró un rato los azulejos, el inodoro, el lavabo. Abrió la canilla. La cerró, tiró la cisterna y salió. Cuando salía, Padre estaba en la heladera.
Padre: Querés tomar algo?
Hijo: No, me tengo que ir porque quedé de encontrarme con unas personas ahora nomás.
Hijo iba yendo hacia la puerta padre lo miró un rato antes de irse. Los ojos celestes, grandes eran todo lo que él podía decirle. Sentía algo de vergüenza porque Hijo lo fuera a visitar y lo viera en ese estado. Porqué había ido? Porqué de sorpresa? Sin avisar nada? Se le había cruzado todo un mundo de cosas con la visita de Hijo en la cuales hacía tiempo que no pensaba. Le abrió la puerta. Lo saludó con un beso en la mejilla.
Hijo prendió un cigarro a mitad de cuadra, mientras miraba las baldosas.

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