Friday, September 17, 2004

el dorado (mujeres y monos II)

Analía, Adriana y María Virginia.
Las tres viven solas en un departamento.
Adriana sale del baño.
Tiene el pelo largo, negro y pegado a la cabeza.
Tiene una sonrisa totalmente tonta y desagradable.
Suenan las llaves. Es María Virginia.
- Miren lo que me compré!- grita alegre.
Todas miran sus manos blancas como la muerte y de uñas largas,
Saca algo de una bolsa marrón vieja y arrugada.
Es un vestido con estampado de cebra y unos botones rosados y verdes pegados a los costados.
Analía y Adriana gritan al unísono.
Al mismo tiempo Analía se está tocando el pelo.
Dice sonriendo: “Me lo vas a tener que cambiar alguna noche por el dorado”.
Con “el dorado” se refiere a su vestido de lentejuelas doradas. Aunque alguna ya tiene el color de la chapa.
María Virginia la mira seria. Se produce un intenso, corto e incómodo silencio.
Piensa el el recordado “día que Adriana se pasó de copas”. Ese día (lo dicen así cuando hablan entre ellas) fueron a bailar a donde lo hacen todos los días y Adriana se emborrachó y, ya en el departamento, vomitó sobre el vestido de lentejuelas doradas que llevaba Analía

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Friday, September 10, 2004

mujeres y monos.

Las tres mujeres están mirándose entre ellas.
Una tiene ojos marrones, otra azules y otra verdes.
Se miran de nuevo.
Hay unos tomates en el suelo, y una de las mujeres se para.
Camina intentando no pisarlos. Si pisa uno.
Entonces otra, desde su posición, aplasta un tomate.
Hay dos mujeres sentadas y una parada. Y un tomate estallado.
Hay pulpa de tomate en toda la habitación.
La que está parada mira a la que estalló el tomate, se muerde el labio lentamente y le tira un tomate al cuerpo.
Esta se para.
Quedan dos tomates y una mujer en el suelo.
Esta es la casa de las mujeres. Y ellas no son ninguna lección de vida.
Ellas no son las tres amigas inseparables que viven una vida desenfrenada.
La que aplastó un tomate va al baño a lavarse la cara.
La que tiró un tomate lleva a la cocina los tomates que están en el suelo.
La que estaba sentada se para y va hasta el sillón.
Ahí están los cigarros. Prende uno.
Va hasta la ventana y se pone a fumar mirando la calle gris.
Piensa en pintar una naranja de azul, sacarle la cáscara, y comerla.

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